PRIMERA CARTA de A.P.E.A.A.
Sentado en aquel balcón escribía una historia
haciéndome la pregunta de hacia dónde voy,
si la soledad me acompaña cada día,
si soñaba despierto con esa mano extendida
que no me pudo ayudar.
"No puedo explicarte que de mi mano no nazca tu felicidad" miadre decía.
"Rodéate de gente, levántate y haz reflexionar" repetía.
Pero, que qué puedo ofrecerle yo a la gente,
si por mucho que escriba y piense nada se arregla,
si atrapado en este genocidio quieren verme feliz, sonriente...
Mamá, que son muchos los que ponen atención a lo que digo
creyendo que por ser así cambian sus emociones.
Y otra vez amanece, cuentan lo mismo
y en el papel algo distinto.
Cómo hacer entender si de mi mente nacen preguntas que ni mis labios quieren responder?
Esperando ese beso que no llegaría,
Con la esperanza de que razón, empatía y comprensión
llegarían susurrando un cambio que encerrado está en el escritorio de una oficina, mamá.
Porque fueron muchos los que llegaron y que por miedo a lo obvio
apagaron las luces del cobertizo al que una vez llamé hogar,
porque sabiendo que la distancia no hace mejor al que se fue, mañana les sigo.
Que fue el miedo a escucharte a través del auricular,
el temor de no volverte a abrazar, mamá.
esa fué, la condición que decidí marcar,
fue, lo que me hizo marchar.
PRIMERA CARTA
A.P.E.A.A.
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