Mañanas en mi selva por Óscar Ebang.
Despiérteme de nuevo panadero,
despiérteme, si ves que sólo no puedo.
No te olvides de mi sendero rojizo
cuando con el aúpa de tu silbido,
tengas que anunciar temprano
el nacimiento del sol vespertino.
Llegará el pan de cada día
en tu carretilla plana y humilde,
Mas, después de dormirse la tarde,
te agradeceré por ahuyentar mi hambruna.
Despiérteme madre, al salir de la farmacia
lamentando en la sombra de mi ventana,
la gravedad de quien se llevó la ambulancia.
Sonarán entre los árboles de mi selva,
las campanadas "franciscanas"
anunciando la misa de las seis,
mientras todos al Rio Nkam nos iremos,
a preparar la clase del día.
Nunca te diste cuenta,
de que cada vez que la mirada me deleitabas,
era poesía lo que nacía,
en cada una de aquellas mañanas.
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