Poblados urbanos de Juliana Mbengono

Desde un sexto piso miré,

en mi último suspiro

antes de rendirme al sueño,

Malabo alumbrada con ochenta vatios.

A lo lejos, altos edificios.

De cerca, imponentes mansiones.

De día, chapuzas despreciables.

Malabo se veía muy hermosa

con su traje negro y amarrillo.

La luna brillaba en lo alto

pero su luz no alumbraba:

las bombillas de ochenta vatios

la eclipsaban sin ser luceros.

Desde un sexto piso miré,

y se me escapó el sueño rendido.

Ahí, contemplando la isla,

descubrí tras Torrejón y Móstoles

viviendas familiares más hermosas.

Desde el sexto piso descubrí

un pequeño pueblo incrustado en la ciudad,

tres chabolas entre platanares,

ríos, serpientes y maleza,

alumbradas con amor y hambre.

El cielo se puso oscuro:

la luna escondida detrás de las nubes,

los niños del pueblo urbano dormían,

y yo pensaba: “Qué felices viven.”


Poblados urbanos

Juliana Mbengono

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